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sábado, 26 de noviembre de 2016

Tiempos de paz

¿Por qué ocho años después de la victoria
sigo cavando trincheras en el frente de batalla?
Todavía huele a sangre derramada
y se oyen marchar las botas de hierro
sobre esta tierra que a muerte defiendo.
Yerma hasta hoy.

¿Por qué amanece todos los días nublado
y ondean las banderas al son de la trompeta?
¿Por qué aún crujen las vigas de nuestra fortaleza
cuando son golpeadas por la tormenta?
¿Cuándo sale el sol?
¿Cuándo prosperará la ciudad
como en tiempos de paz?

Nunca cesa la guerra
mientras exista este campo de batalla,
mientras alguien esté muriendo en él.
Todavía, todos los días,
estamos luchando por que alguien lo vea
del color que es.

Mientras hagan exposiciones monocromas
con fotografías de nuestras heridas
en lugar de mostrar nuestras medallas,
mientras pinten al bando enemigo
como máquinas de matar sin rostro,
como metralletas con casco,
tendremos que defender estas lomas
solas.

Eran los hombres de mirada tierna,
los que nos pidieron la mano de rodillas.
Los que nos traicionaron.

Estamos cansadas.
Queremos que cese el grito de guerra
y volver a casa tranquilas.
Queremos encontrar un lugar
de paz y de felicidad.

Pero no tiene límites este campo de batalla.
En mi mente, en mi cuerpo,
aparecen cada día los fantasmas
del enemigo que miles de veces creí haber derrotado.
La sangre sigue cubriendo mi cara
por más que la limpie frente al espejo,
y en mi fortaleza
aparecen grietas todos los días.

Hace ocho años que gané esta guerra,
pero aún está desierta la tierra,
aún tiene el aspecto de un campo de batalla.