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Por vuestras cartas de amor

"No te dejaré, ni te desampararé" (Jos. 1:5) Por vuestras cartas de amor siempre encuentro consuelo cuando me rodea el te...

lunes, 18 de julio de 2016

Sobre alfileres


 
En este momento en que quisiera abrazarte,
siento que camino sobre alfileres.
En este momento en que quiero huir
y gritarte: ¡no me toques!,
mientras hundes en mí tu mirada,
como esperando algo
que prefiero no saber.

Ahora llegan hasta el cuello las aguas.

Podría quedarme aquí
luchando por respirar, ampollando
las plantas de mis pies mojados
sobre esta roca que se inclina hacia el mar,
si mi silencio no fuera
espinos que arañan tu piel.

Este terrible momento
en que me peino como cualquier mañana de lunes
y me visto para que sepas que me importas,
en que procuro no sonreír mucho al verte.
Este momento de cubrir la verdad y pintar la mentira,
esperando que no veas temor en mis labios,
cuando aborrezco cada palabra tuya,
como un trueno estallando entre mis sienes.

Es el tiempo en que yo soy el monstruo
y los dos somos víctima.

Esta escena en que espero ansiosa
que me escribas cartas de amor
para devolvértelas cerradas
y partirte el corazón,
sin dejar que me preguntes
ni preguntármelo yo.
Este horrendo tiempo
en que los sentimientos no importan
porque no existe camino
que no lleve a la destrucción.

Es ese maldito guión
en que yo siempre pierdo.

Tú llamarás a la puerta dos veces,
y te volverás cuando no halles respuesta.
Yo me quedo aquí, esperando la tercera,
rogando que aún quieras insistir por mí,
aunque sé que, sin mirarte a la cara,
te diré que te vayas.

Entonces quitarás las agujas
que se clavaron en tu pecho,
pero no sanarán mis ampollas
aunque mi cuerpo flote en alta mar.
Ahora llegan hasta el cuello las aguas.


La imagen es "Ophelia", de John William Waterhouse, 1894. Dominio Público. 

viernes, 15 de julio de 2016

Lo que perdimos



Todavía las vías del tren
se extienden hacia un futuro brillante.
Todavía estamos perdiendo algo.
Lo buscamos
sentados en esta estación del amanecer.

Los campos permanecen iguales,
pero en las calles de esta ciudad
han pasado cientos de años.

Nunca estuvo en nuestras manos.

Lo imaginamos
al oír el canto de las aves,
al oler nuestros recuerdos grabados
en la llama de fuego que asomaba
bajo las nubes grises del horizonte.

Son los sueños que no nos atrevimos a perseguir,
los amores que enterramos
en nuestros miedos y nuestras dudas,
los tesoros que pusimos en segundo plano
para comprar una casa de paredes blancas
donde dejar pasar nuestros días vacíos.

Pero lo llamamos "lo que perdimos"
cuando parece tarde para volver a soñarlo.

viernes, 8 de julio de 2016

Llegó el verano


El olor de los jardines
donde jugaba en mi mente,
como el tono dorado
de ese sol de poniente.
Parecía que duraría para siempre.

El olor a sal
y la luz gris de mediodía
junto al mar,
antes que venga la calor.

El amarillo puro de los dientes de león
antes que sus semillas sean arrancadas por el viento
y nuestros pies lancen palomas al vuelo.

El tiempo que se marchaba
como ese sol de poniente,
cuando comíamos helado,
justo antes de soltar tu mano,
y te mentía que estaría a tu lado
para siempre.


Esto son extractos del poema "Recuerdo de infancia", del libro Lluvia en la memoria. El poema describe diversas escenas típicas de la infancia a lo largo del año. Para celebrar (un poco tarde) que ya llegó el verano y que los estudiantes ya están de vacaciones, he seleccionado para vosotros las estrofas relacionadas con esta cálida estación.


Incluso los abejorros traen alegría al corazón 
si el zumbido de sus alas suena a esos paseos por el campo
bajo el sol.

martes, 5 de julio de 2016

Cosas viejas y cosas nuevas

Ésta es una canción que escribí a principios de 2011. Lo cierto es que perdí la hoja donde la tenía escrita pero, gracias a que tiene melodía, recuerdo la mayor parte, si no toda. Después de cambiar algunas cosas que ya no me gustaban, añadir otras mejores y reestructurar el ritmo, esto llegó a ser el poema "Risas en verano", publicado en Lluvia en la memoria.


La vida todavía
Hoy sé
que las puertas cerradas se pueden abrir,
y que el sol
los cristales oscuros puede atravesar
con su luz,
y a pesar de los muros el viento vuelve a soplar,
y otra vez,
las corrientes que ascienden mis alas van a tomar.

Hoy quiero soñar que la vida
reluce en cada rincón de mi corazón,
imaginar que el futuro
se llena de risas que no cesarán,
vivir como quien no agota el tiempo y creer
que un sueño tras otro mis manos podrán sostener.

Tal vez
lo que guardo por miedo a perder
tenga menos valor
que lo que me queda por ganar
desde hoy.
Venderé
todo lo que haga falta por un poco de juventud.
Volveré
a vivir, a correr, a gritar, a soñar,
a volar.

Hoy quiero creer que la vida
reluce en cada rincón de mi corazón,
imaginar que el verano
se llena de risas que no cesarán,
vivir como quien no agota el tiempo y creer
que un sueño tras otro mis manos podrán sostener.

Y aún no he visto que se pueda lograr,
aún no he hecho a mi corazón despegar.

Pero tengo fe, tengo fe,
porque tú todavía sonríes así.
Tengo fe, tengo fe,
porque tú me lo dices en cada canción que me das.
 
Hoy quiero soñar que la vida
reluce en cada rincón de mi corazón,
imaginar que el futuro
se llena de risas que no cesarán,
vivir como quien no agota el tiempo y creer
que un sueño tras otro mis manos podrán sostener.




En realidad, a pesar de las muchas semejanzas en los versos y las palabras, el sentido general de esta antigua canción y el del nuevo poema son muy diferentes. Por extraño que parezca, mientras que la canción tiene un tono general más alegre y el poema resulta más serio, el último presenta una visión mucho más optimista. La razón es que esta canción sólo es un intento de recuperar la energía y mentalidad del principio de la juventud en medio de una vida que no deja de ser vana y sin sentido, mientras que el poema ofrece una esperanza real y eterna.
Os dejo la última estrofa:

"Quizá todavía oigamos risas en verano
y se vuelvan los rostros de los girasoles.
Quizá todavía exista un futuro
donde el tiempo no se agote
y todos los días seamos libres para soñar."

domingo, 3 de julio de 2016

Los niños de Timpelbach

Acerca de: Timpelbach


"Los niños de Timpelbach" es una película francesa dirigida por Nicolas Bary, basada en la novela homónima de Henry Winterfeld, publicada en 1937.



Con decorados de Olivier Raoux y vestuario de Laurent Kim, Agnès Beziers y Patrick Lebreton, esta película rodada en Luxemburgo y Bélgica tiene una exquisita estética fantástica, con algunos toques Steampunk.






En la película, todos los adultos abandonan el pueblo a causa de la rebeldía de los niños, y éstos luchan por organizarse y sobrevivir. 

El poema llamado "Timpelbach" fue escrito antes de que conociera yo la película. Pertenece a la serie "Los niños perdidos", cuyo título se refiere a los niños de Neverland (Nunca Jamás, de Peter Pan), y en principio planeaba dar al poema un título relacionado, o concederle el honor de llevar el título de la serie misma. Sin embargo, viendo la película, sentí que el poema tenía mucho que ver con ella, así que decidí titularlo "Timpelbach" para homenajear esta joya cinematográfica.